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10 características de un mal jefe y cómo corregirlas

Dicen que las personas no renuncian a las empresas, sino a los malos jefes y puede que sea cierto, sobre todo en el caso de las generaciones más jóvenes.

Mark C. Crowley, conferencista y autor del libro Lead from the heart (Lidere desde el corazón), dice que no se trata de los millenials sean personas flojas o desleales, sino que exigen porque saben muy claramente lo que quieren a cambio de su trabajo y están dispuestos a seguir buscando hasta que lo consigan. Trabajadores con dichas características no tolerarán por mucho tiempo a un mal jefe.

Ahora bien, ser un mal jefe no equivale a ser una mala persona. Según los expertos, un líder inteligente es capaz de identificar cuáles de sus características de liderazgo aquejan a su equipo y les da solución.

¿Es usted un mal jefe? Si tiene más 3 o más de estas 10 características, seguro lo es:

  1. No se comunica claramente con su equipo.
  2. No predica con el ejemplo.
  3. No sabe delegar.
  4. No motiva a sus empleados.
  5. No fomenta el potencial de sus subordinados.
  6. No siente empatía con quienes trabajan para usted.
  7. No tolera los errores en el ambiente laboral.
  8. No deja claras cuáles son las metas o expectativas.
  9. No es auténtico.
  10.  No mira sus propios errores.

¿Cómo transformarse en un buen jefe?

Según Lucas Rosende, manager de Michael Page, estas son algunas formas que convertirse en un buen líder:

  • Ser comunicativo: Gran parte del trabajo de un directivo es saber transmitir la estrategia de la compañía tanto a nivel interno como externo, por lo que se debe ser claro y conciso, asegurando así que el mensaje que se quiere transmitir se entienda correctamente. Se debe tener en cuenta que este flujo de información no puede ser unilateral, ya que los buenos jefes siempre tienen que estar dispuestos a escuchar las preocupaciones y sugerencias de sus empleados.
  • Predicar con el ejemplo: Los responsables de área se encuentran siempre en continua observación, tanto por el resto de empleados como por otros superiores o compañeros en cargos similares. Por esta razón, son considerados modelos a seguir y deben dar el ejemplo y comportarse de un modo responsable.
  • Asumir responsabilidades, pero también delegar: La experiencia y conocimiento de la empresa y del sector son factores que caracterizan a los líderes y que les acreditan para llevar a cabo sus funciones. Sin embargo, un buen jefe también debe saber cuándo es el momento de delegar ciertas responsabilidades y tareas a sus empleados.
  • Motivar: Un buen jefe es aquel capaz de motivar e inspirar a sus empleados, además de fomentar su entusiasmo por los proyectos que se están realizando. Un empleado motivado es un empleado productivo. La consecución de los objetivos del equipo y de la compañía son elementos esenciales para mantener un buen ambiente laboral.
  • Reconocer y fomentar el potencial de su equipo: Debe ser capaz de reconocer las aptitudes y habilidades especiales de las personas que conforman su equipo y, lo que es más importante, debe saber cómo utilizarlas para el beneficio de la empresa. Cuando un empleado destaca, su responsable debe alentarlo para que siga motivado y pueda seguir desarrollando su talento.
  • Empatizar: Los buenos líderes se caracterizan por ser comprensivos y cercanos a su equipo. Sin embargo, un exceso de confianza por cualquiera de las partes puede repercutir en los resultados, perjudicando tanto a la empresa como al propio equipo.
  • Tolerar los errores: Nadie es perfecto. Las personas pueden cometer equivocaciones de vez en cuando. Por este motivo, el jefe adecuado debe contar con la suficiente capacidad de reacción para solucionar el problema y afrontar la situación.
  • Establecer metas y expectativas: Cada vez es más común que los equipos trabajen por objetivos. Los jefes que establecen unos plazos de entrega y definen unos objetivos claros y realistas son los que obtendrán buenos resultados.
  • Autorreflexión: Además de analizar las capacidades de sus equipos, los buenos líderes tienen que ser conscientes de sus propias fortalezas y debilidades.
  • Autenticidad: Las personas que fingen ser algo que no son o que intentan esconder su verdadera personalidad bajo su rol de jefes resultan falsos y no inspiran confianza. Encontrar un propio estilo de liderazgo y ser consecuentes con la forma de pensar es la mejor opción para conseguir el respeto de los empleados.
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