Necesidad de un cambio legislativo para una flexibilidad laboral
Por María Paz Guerra, abogada de Lagos & Asociados
Por décadas se planteó la flexibilidad laboral en contraposición a la estabilidad en el empleo, otorgándole así una connotación negativa. Favorablemente, esta dicotomía ha comenzado a ser superada, influyendo en ello la incorporación creciente de las mujeres al mundo del trabajo, así como el surgimiento de nuevas generaciones que buscan compatibilizar el trabajo con la vida personal.
Hoy también existe claridad que una jornada laboral extensa no es sinónimo de mayor productividad, lo que abre la posibilidad de establecer sistemas de trabajo con jornada parcial, trabajo remoto o desde la casa. Para ello se requiere crear sistemas de evaluación eficientes y cambios legislativos que permitan adaptar los sistemas de distribución de jornada a estos nuevos tiempos, eliminando, así, el sesgo de precariedad con que ha sido analizado el trabajo parcial o a distancia.
Ahora bien, cada vez que las altas tasas de cesantía aumentan, inmediatamente surge la inquietud respecto de la baja flexibilidad que tiene el mercado laboral, y de la influencia de esta última en tales índices. Cada cierto tiempo surgen programas gubernamentales de apoyo al empleo joven, pero siempre con una visión desde la perspectiva salarial y dejando de lado aspectos como las mayores competencias educacionales que tienen las nuevas generaciones sobre todo en las áreas de la tecnología, y la forma en que esta se debe incentivar y remunerar.
En definitiva, si bien nuestra legislación laboral, desde la perspectiva de los empleadores, resulta ser muy estricta, todo indica que para alcanzar mayores estándares de competitividad a nivel internacional se requiere otorgar una mayor flexibilidad para lo cual resulta imprescindible un cambio legislativo, que rompa con el paradigma que la flexibilidad laboral está asociada a menores salarios, otorgando incentivos o franquicias a las empresas que privilegien estos nuevos sistemas de trabajo, siempre conscientes que un cambio de mentalidad no será una tarea fácil, y que existen áreas de la producción en las cuales por tratarse de actividades de proceso continuo resulta más dificultoso un cambio de esta naturaleza.