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¿Te despidieron de tu trabajo? Primero, lo primero

Por Matías Palacios, director ejecutivo Outplacement de PwC Chile

El mundo laboral cambió y cambió radicalmente. Los tiempos de estadía en una empresa han bajado considerablemente y pensar en entrar a una organización para trabajar quizás 10 o 20 años ya no es muy realista.

Veo mucho cortoplacismo tanto por el lado de las empresas como de los empleados. Nos tenemos poca paciencia en general, queremos resultados muy rápidos, nos aburrimos con facilidad, etc. Y así como las personas renuncian, cada vez es más habitual ser desvinculado, despedido, desafectado, invitado a salir o sencillamente «echado».

Como me dedico al outplacement, tengo la posibilidad de conocer muchas personas, muchas historias de vida, grandes profesionales. Y más del 90% de quienes llegan a un outplacement dicen que salieron «por reestructuración».

Por otro lado, y habiendo sido despedido un par de veces en mi vida, sé también que las empresas deben ser «políticamente correctas» a la hora de desvincular porque no quieren herir a la persona y tampoco arriesgarse a tener un lío judicial si es que les dicen «la firme».

Al margen de esta realidad, algo que me preocupa y es el foco de esta columna, tiene que ver con la capacidad de autocrítica, con la mirada interna, el «insight» de la persona desvinculada. Lo más fácil cuando nos ocurre algo no deseado o no nos resultan las cosas como queremos, es echarle la culpa a algo o alguien (en psicología se denomina Locus de Control Externo). Hay algo «más allá» que me perjudica y me impide lograr lo que quiero. O el jefe era malo, o el ambiente laboral era adverso, o las metas muy altas, etc.

Soy de los que creo que, frente a cada caída, nuestra obligación es aprender. Aprender para que ojalá no nos vuelva a ocurrir y si nos vuelve a pasar, sepamos cómo actuar.

Es claro que, si una empresa se reestructura, habrá movimientos. Pero la pregunta es: ¿por qué a mí? ¿Por qué la compañía dejó de ver valor en mí? Y es una pregunta dura, pero realista. No se trata de autoflagelarse y culparse de todo, pero cuando nos suceden cosas, buenas o malas, siempre somos responsables de una parte que contribuyó a que esa situación suceda. Por acción u omisión. Esa gente que dice «¡pero si no hice nada!», justamente eso puede haber contribuido a pavimentar tu salida.

En general – y de acuerdo a los cientos de casos que me ha tocado ver -, los ejecutivos salen más por temas blandos que duros. Faltas de liderazgo, relaciones desgastadas, malas decisiones, insubordinación, faltas de compromiso, etc. Fallas en el proceso más que en el resultado. Muchas veces ejecutivos exitosos en los resultados son separados de las compañías porque generan mucho estrés o crisis interna.

Si te han desvinculado, te invito a mirarte. Eso es lo primero. Hacia adentro, con madurez, con altura de miras, con generosidad y apertura. A darte cuenta en qué contribuiste tú para que eso sucediera. Pide ayuda a tu entorno cercano, que te digan cómo te ven. Espera unas semanas y acércate a tu ex jefe para que te de feedback. No te des el lujo de salir mal (¡siempre vas a necesitar recomendaciones!).

Aprovecha de crecer porque muy seguramente en tu próximo desafío laboral, te vas a enfrentar a los mismos desafíos y la clave será que los abordes de una manera distinta para no volver a tropezar con la misma piedra.

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