La innovación se enseña y se estudia
Fernando Benavides
Gerente general Ennovate
La enseñanza de la innovación en Chile, entendiendo lo que muchas universidades están haciendo, muestra un buen nivel académico. Ello, luego de analizar los distintos programas de estudio y docentes. Se puede comprobar que se abordan temas que están en la vanguardia de lo que en el contexto internacional se estudia respecto de modelos de innovación y creatividad.
Como ejemplo, algunas universidades cuentan con centros de excelencia dedicados específicamente al estudio de la innovación y su inclusión en distintas áreas de la economía nacional. Eso permite crear y mantener un ecosistema universitario que existe en función del tema y permite que la sociedad reciba ese conocimiento especializado.
La mala noticia es que no todas las universidades y centros de estudios superiores disponen de estos centros con programas de innovación de alta calidad. Eso, sin embargo, abre una interesante opción para generar nuevas propuestas académicas e incluir a un número mayor de estudiantes, independiente de las áreas de estudios en las que se ubiquen.
El verdadero desafío es cómo se estudia la innovación, creatividad y emprendimiento en niveles distintos a la universidad, porque también podría existir la iniciativa de enseñar innovación en etapa escolar, como sucede en niveles preescolares de algunos establecimientos de Estados Unidos.
Se trata de instancias donde la creatividad y el emprendimiento se convierten en pieza clave del desarrollo integral de los estudiantes, los mismos que llegan a la universidad con una formación de clara ventaja.
En Chile, la realidad es distinta. Poco y casi nada se puede comentar de la formación en innovación o enseñanza del emprendiendo como una forma de prepararse para el autoempleo o directamente para el desarrollo de un negocio propio.
Lo crítico es que todavía no se considera la importancia de fomentar el emprendimiento en quienes aún están en desarrollo. No se considera como un ramo dentro de la malla. Peor aún: ni siquiera como un curso electivo o taller de apoyo. Por tanto, poco se puede esperar de la aparición de emprendedores en edades más tempranas.
Lamentablemente, se asigna la formación especializada a la educación superior. No se entiende que puede resultar clave fomentar el desarrollo intelectual en la enseñanza media. Es ahí cuando también se pueden despertar pasiones y nuevas inquietudes que terminarán afectando de forma positiva el resto de la vida de los alumnos.
Con todo, hay que mostrar un mundo distinto que no únicamente está ligado a los patrones clásicos de formación educacional, sino que a uno creado por los estudiantes en función de su ilimitada creatividad. Un espacio donde los docentes son fundamentales para no anular esa capacidad intrínseca de todo ser humano de querer soñar.
Aprender innovación puede ser un cambio paradigmático en el tipo de educación o formación que se le entrega a los jóvenes y en el impacto que tiene para un país al que de verdad le importa el crecimiento y bienestar de toda su población.