La relación entre inmigración e innovación
Roberto Alfaro
Gerente general SCM Chile
Hay que partir de la premisa que todos, usted y yo, somos inmigrantes. Y puede que no sea una directa consecuencia de las misiones europeas del siglo XVI, sino que desde mucho antes.
Viajar en busca de nuevas oportunidades ha sido y es una cuestión válida desde todo punto de vista. Es por ello, que la búsqueda de oportunidades, en manos de los inmigrantes, tiene un aporte claro: se conocen y aprecian distintas costumbres, nuevas culturas, otras perspectivas y sabores diferentes en sus comidas.
En este fenómeno, que se topa con la realidad local, ocurre la divergencia en las ideas, que es el principal motor de la innovación, es decir, descubrir que las mismas cosas se pueden hacer de otra forma y mejor.
En lo concreto, lo más relevante del proceso migratorio, pensando en innovación y emprendimiento, es que favorece la aparición de nuevas ideas. Es por esta vía donde se potencia el intercambio de conocimientos, que no es más de lo que resulta de la conversación diaria entre lugareños y migrantes, porque poco vale la inserción de una colonia extranjera si está aislada y no se la integra para generar una sinergia cultural.
Es importante que un inmigrante sea un ciudadano más y que su integración en el ámbito laboral sea real. Hoy no existe una visión generosa y la discusión se fija en los aspectos negativos de la inmigración, de seguro, porque existe miedo a lo diferente, desconocido o a lo que se presenta como nuevo. Hay que romper la comodidad diaria para dejar de ser antiguos, rígidos, conservadores y racistas. ¿Se queja usted, por ejemplo, de la llegada de europeos o estadounidenses?
Lo primero es entender que estos procesos están sucediendo, han sucedido y seguirán sucediendo. Por tanto, lo urgente es generar los incentivos necesarios para normar estos fenómenos y empaparlos de legalidad.
La informalidad no favorece, genera vacíos de información y un ambiente de inestabilidad. Eso no aporta ni motiva a que este capital humano se sume al aparato productivo que mueve a Chile. Bastaría una rápida revisión de antecedentes para regularizar permanencia en el país, más todavía si se comprueba un aporte y contribución al quehacer cotidiano nacional. Bastaría también eliminar beneficios y atribuciones para quienes no sepan cumplir con las obligaciones adquiridas.
Es claro que hay un grupo importante que está disponible para formar parte de la producción formal local y que puede retribuir al sistema con nuevas empresas, nuevos productos y otras miradas para la economía local.
Favorecer y regular la migración es un trabajo que debe liderar el Estado. Este, como primera medida, tiene que reconocer la validez de quienes buscan en Chile nuevas y mejores oportunidades. No importa la nacionalidad. Lo que importa es tener condiciones para querer estar y ser un aporte al país, ya que cuando se discrimina por razones inocuas a la procedencia nada se gana.
Las políticas para la integración, entonces, deben nacer y ser impulsadas por el estamento público, partiendo por definir y establecer políticas para incentivar esa integración y disponer de los recursos que favorezcan el intercambio intercultural.