Dejar de normalizar las bromas: El consejo de un experto para favorecer la integración en los espacios de trabajo
Si queremos integración, hay que trabajar en eso.
Es que integrar implica normalizar cosas que antes no lo eran para casi nadie, y no era un problema. Sin embargo, el hecho que hoy sí sea un problema implica que hay que «des-normalizar» conductas, actitudes y comentarios que antes eran socialmente aceptados.
Y por eso es natural que se haya detectado, a través de grupos de conversación en las empresas, que las bromas pueden ser una de las principales formas de discriminación en el espacio laboral.
Esto de acuerdo a Simón Álvarez, facilitador de Transformación Cultural de GrupoCygnus, quien explica que “antes los lugares de trabajo eran homogéneos y con presencia predominante de hombres. Hoy las mujeres tienen cada vez más presencia en distintos cargos, hay inmigrantes y personas de distinta orientación sexual que lo asumen de manera transparente, lo que plantea el desafío de respetar la diversidad”.
Por esto, en esta empresa se han organizado grupos de conversación que reúnen a trabajadores para hablar abiertamente de actitudes de discriminación que tienen las personas en su lugar de trabajo, de manera cotidiana y que se normalizan.
Según Álvarez, estas conversaciones apuntan a detectar cómo las personas se relacionan con quienes consideran “distintos”.
“En algunas compañías se realizan campañas con afiches y folletos para apoyar la diversidad e inclusión. Nosotros quisimos ir más allá y generar una discusión y reflexión en la oficina que derive en una toma de conciencia de las actitudes discriminadoras, y a partir de eso un cambio de actitud personal orientado a la empatía y el respeto”, explica.
En estas instancias, trabajadores sin jerarquías comenzaron a darse cuenta de micro discriminaciones que realizan, como chistes sobre otras culturas que afectan e incomodan a trabajadores extranjeros de países vecinos, bromas en contra de la estética o capacidades laborales de las mujeres o gestos de personas homosexuales.
Son comentarios cotidianos, muchas veces sin la intención de causar daño, que parecen graciosos y se normalizan.
“En los grupos de conversación o conversatorios se ha llegado a la conclusión que este tipo de bromas no son aceptables porque dañan a compañeros de trabajo. Esto invita a que las personas tengan cuidado al emitir comentarios que pueden resultar discriminadores, se responsabilicen de ellos y modifiquen su actitud, para mejorar los ambientes y climas de trabajo”, concluye.