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El problema no son las oficinas abiertas, el problema es el compañero que se sienta a su lado

Teóricamente, ubicar a personas en estrecha cercanía permite un mayor intercambio de ideas. De esa premisa nacieron hace ya un tiempo las famosas oficinas abiertas. Se trata de espacios cuya distribución de los asientos implica sentarse casi encima de los compañeros de trabajo.

No obstante, a pesar de que diversos estudios señalan que este modelo de oficinas promueve la creatividad, muchas personas detestan este tipo de espacios. Para algunos es una táctica de las empresas para hacinar más gente en menos espacio y ahorrar dinero. Para otros, solo es algo molesto y estresante que causa distracción. Pero, ¿cuál de las tres posiciones en la correcta?

Una revisión de más de 100 estudios reveló que, a pesar de las oficinas abiertas tienen ciertos beneficios, es verdad que afectan los lapsos de atención, la productividad y la creatividad de los trabajadores. Sin embargo, el problema no radica específicamente en el mero diseño de las oficinas sino en que las empresas que han implementado este tipo de instalaciones no lo están haciendo de la manera correcta.

¿Cómo aprovechar los espacios abiertos?

Durante dos años, investigadores de Harvard Business School estudiaron la disposición de los asientos y la producción de 2.000 trabajadores en una empresa de tecnología, calculando la proximidad y la productividad de los participantes y analizando la rapidez con la que realizaban sus tareas. Los resultados del estudio revelaron que:

  • Cuanto más densidad de personas productivas hay en una zona, más efectivo es el trabajador.
  • Es probable que quienes se sientan cerca de trabajadores tóxicos o personas que infringen las normas en el trabajo terminen adoptando esos comportamientos.
  • Ubicar a personas en estrecha cercanía permite un mayor intercambio de ideas. El éxito de empresas como Google y Pixar se atribuye, en parte, a sus espacios colaborativos de oficina.
  •  Es positivo juntar a personas con distintas fortalezas para que se contagien mutuamente.

El efecto derrame

Los investigadores identificaron dos tipos de personas:

  • Empleados altamente productivos que generan un trabajo de menor calidad.
  • Personas más lentas que producen un trabajo de alta calidad.

Según el estudio, publicado por lavanguardia.com, los dos tipos de personas ejercen un efecto derrame mutuo, pero solo de manera positiva. Es decir, la gente productiva hace que la gente lenta haga su trabajo más rápido, sin comprometer la calidad. Y los que producen un trabajo de alta calidad también influyen de forma similar en los trabajadores más rápidos.

Los investigadores encontraron que, incluso si estos trabajadores se trasladan o abandonan la compañía, los efectos de sus competencias permanecen durante aproximadamente un mes.

Así las cosas, todo indica que las oficinas abiertas tienen mucha vida por delante si se saben aprovechar sus beneficios.

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