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Hasta en lo países más desarrollados: Estudio aborda las “sanciones” que reciben las profesionales por ser mamás

Por Mario Riveros M.

Dinamarca es top ten en paridad de genero e incluso uno de los países propulsores de varias medidas que apuntan a que no exista diferencia en el trato, ni en la remuneración que perciben hombres y mujeres en sus lugares de trabajo.

Por eso llama la atención que este paper de tres investigadores que fue aceptado hace pocas semanas por The National Bureau of Economic Research (NBER), uno de los repositorios académicos más importantes del mundo, sea tan drástico en sus conclusiones con la paridad de género en ese país.

De hecho, su resumen inicial parte con una sentencia que anticipa desde ya lo que se viene.

“A pesar de la considerable convergencia de género a lo largo del tiempo, la desigualdad de género persiste en todos países (del mundo)”, dicen los autores del paper.

Escrito en conjunto por el profesor de Princeton Henrik Kleven, el académico de la Universidad de Princeton,  Camille Landais y el doctorando de la Universidad de Copenhagen Jakob Egholt Søgaard, el paper Children and Gender Inequality: Evidence from Denmark (Niños y la Inequidad de Género: La Evidencia de Dinamarca) se dedica a estudiar el efecto que tiene sobre la carrera laboral de las mujeres que son madres.

¿La conclusión? El efecto no sólo existe sino que, en una de las economías con mayor bienestar del mundo y con uno de los estados más activos del planeta, la llegada de un hijo a la vida de una mujer “crea una brecha de género en las ganancias (personales) de alrededor del 20% en el largo plazo, impulsada en aproximadamente igual proporción por participación en la fuerza de trabajo, horas de trabajo y tasas salariales”. Y estos son básicamente todos los indicadores económicos medibles cuando hablamos del factor trabajo.

La “sanción de los hijos”

Tan duro es el efecto que tiene sobre las trabajadoras el nacimiento de hijos que los investigadores de hecho nombraron a la maternidad como una “sanción”, que provoca “claros impactos dinámicos en la ocupación, promociones (ascensos), sector de desempeño y acogida de las mujeres dentro de las compañías en relación a los hombres”.

O sea, para una mujer que es madre es más difícil ascender, tiene más probabilidades de desempeñarse en sectores de la empresa menos críticos para la compañía y, en relación a sus pares hombres, trabajar en una empresa es para ellas más difícil.

De hecho, todas estas desventajas han ido tomando muchas más importancia en la inequidad laboral en el tiempo, al punto de duplicarse entre 1980 y 2013, año en que la “sanción de los hijos” ha llegado al 80%.

Esto no significa que la inequidad haya crecido (de hecho en Dinamarca ha disminuido), sino que el aspecto de la maternidad ha pasado a explicar el 80% de los factores que explican la inequidad de género que hoy persiste en ese país.

¿Por qué pasa esto? Una explicación que los investigadores aventuran tiene que ver con una transmisión cultural, “a través de generaciones, desde
padres a hijas (pero no hijos), consistente con una influencia del ambiente infantil en el formación de las preferencias de las mujeres sobre la familia y la carrera”.

Algo así como que las niñas buscan, casi inconscientemente, lugares dentro de las empresas en las cuales desarrollar una maternidad tranquila, y de hecho les “duele menos” salir de ella para dedicarse a la crianza, algo que no pasa en el caso de los hombres.

Puedes leer el paper completo en el sitio de la NBER (en inglés)

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