¿Qué es el wellness organizacional y cómo aplicarlo en una empresa?

Una empresa sana no sólo es una compañía que tiene sus finanzas y administración en orden; una organización sana también es aquella que tiene colaboradores en buen estado físico, mental y emocional, es decir una empresa saludable, productiva y con alto bienestar o como dirían los anglosajones, que sigue los parámetros del wellness.

Ese equilibrio hoy es posible conseguirlo incorporando el concepto de Wellness Organizacional en la empresa, tendencia que tiene como objetivo establecer un equilibrio de los equipos de trabajo, mejorando la calidad de vida laboral y personal de los trabajadores, lo que a su vez redunda en una organización más competitiva.

Rodrigo Correa, gerente de Mandomedio Consulting, empresa que está impulsando esta tendencia en Chile, explica que lo que persigue un programa de este tipo es un bienestar integral tanto de la empresa como del colaborador; porque una empresa sana no es la que tiene la caja sana solamente, es la que tiene una un buen clima laboral, la que se preocupa de la persona en el trabajo y como está fuera de él.

«Un plan integral de trabajo en esta línea permite reducir los índices de estrés laboral, disminuir hasta un 50% los gastos y licencias médicas de los trabajadores y transformar los grupos de trabajo en equipos de alto desempeño», asegura.

Ayuda al cumplimiento de la normativa legal ISTAS 21

Además de los beneficios de productividad que trae consigo el Wellnes Organizacional, las empresas dan cumplimento a la normativa legal ISTAS 21, que toma su nombre del Instituto Sindical de Trabajo y Salud (ISTAS) y que corresponde a un sistema de evaluación mundialmente conocido para medir los riesgos psicosociales en los trabajadores, es decir situaciones o condiciones laborales que pueden afectar en forma negativa el bienestar y la salud física, psíquica y/o social de los colaboradores, su calidad de vida y eficiencia laboral.

En Chile el instrumento de medición fue elaborado por el Ministerio de Salud y partió en 2013 para algunas industrias como el retail, banca y transportes y desde septiembre del año pasado es obligatorio para todos los sectores productivos.