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De Lewinsky a borrar el twitter de Trump: Las más descomunales metidas de pata de estudiantes en práctica

Hace unos días la cuenta de Donald Trump, el Presidente de Estados Unidos, fue desactivada por Twitter.

El episodio sólo duró un poco más de 11 minutos y, aunque se especuló que habría sido causa de un hackeo, en realidad fue acción de un practicante de la red social en su último día de trabajo. El Mandatario reportó el incidente a través de su activa cuenta en la red social, minimizando el hecho.

 

Y hace unos días el practicante Bahtiyar Duysak contó en TechCrunch que si bien fue él quien inhabilitó la cuenta, no hizo nada que no se supusiera que debía hacer en su puesto.

Es que durante la última parte de su estadía en la red social el joven turco, quien vive en Alemania, fue parte del equipo de Seguridad y Confianza de la empresa, grupo que tiene como procedimiento el deshabilitar las cuentas a la espera de una revisión más exhaustiva cuando estas son denunciadas por otros usuarios.

Y eso hizo. El problema es que no miró la cuenta que estaba desactivando, ignorando la declaración de Twitter, que ha señalado que la cuenta de Trump no se cerraría, a pesar de que el mandatario ha infringido varias veces las políticas de uso de la red social.

Un error por el que hasta Jack Dorsey, fundador de Twitter, tuvo que salir a dar explicaciones. Y una falla que, cree Duysak, lo dejará sin mucho horizonte laboral, al menos en el corto plazo.

Pero Duysak  no es el único practicante que ha metido la pata hasta el fondo.

Es que no siempre darle toda la confianza a un practicante le sale bien a las empresas y a los estudiantes. Acá, un recorrido por las mayores metidas de pata de pasantes.

 

La Casa Blanca de Lewinsky

En enero próximo se cumplirán 20 años desde el momento en que una practicante se convirtió en una de las mujeres más famosas del planeta. Es Mónica Lewinsky quien, siendo becaria no remunerada en la Casa Blanca en 1995 y 1996, a la edad de 22 años tuvo una “relación inapropiada” con el entonces Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Aquí la culpa, seguramente, es más que compartida, y los costos también lo fueron, aunque en distinta medida.

A Clinton le costó un juicio político que estuvo cerca de terminar con su mandato (por perjurio y no por la relación con la practicante), y la psicóloga Lewinsky se convirtió en una celebridad y escribió un libro, pero nunca más pudo retomar su carrera profesional. Hoy vive en nueva York y diseña bolsos de mujer.

 

Un servicio social promocionado por la víctima de un crimen

George Bernard Shaw decía que “la juventud es un mal que se cura con los años”. Tras esa frase, un pasante es alguien que llega a una empresa a ejercitar lo aprendido, pero adolece de experiencia. Por eso la idea es que el pasante está supervisado, porque  sino puede ocurrir lo que pasó hace unos años en Francia cuando un joven diseñador generó toda una estrategia publicitaria para un servicio de guardería gratuita.

En teoría su planteamiento estaba correcto, salvo un detalle: el “rostro” de toda la campaña era Gregory Villemin, un pequeño niño cuyo asesinato había conmocionado a todo el país en 1984, antes de que el joven diseñador naciera.

Lo peor es que la gente reparó en ese detalle sólo después de que las piezas publicitarias ya se habían instalado. Las disculpas abundaron, pero el daño ya se había hecho.

 

Un almuerzo que detiene todo el tráfico aéreo

Que los practicantes sean tratados como iguales implica, además, que ellos tengan acceso y privilegios a todas las herramientas de su ambiente laboral. Y, si lo hacen bien, se confía en ellos, no importando qué tan relevante sea la tarea. Eso es lo que pasó hace unos años en el aeropuerto de Heatrow, el principal de Londres.

Según cuenta la BBC, un practicante que trabajaba en el equipo de tráfico aéreo de la terminal salió a almorzar y no cerró su módulo de conexión. Con esto dejo “tomado” el sistema de confirmación por radio para el despegue de aeronaves.

Durante poco más de 10 minutos todos los pilotos y la misma torre de control lo escucharon comer, sin poder coordinar despegues en la terminal, con todo lo que la detención de uno de los hub con mayor tráfico aéreo de Europa implica.

Una vez que este practicante se percató de esto corrió a su cubículo y se desconectó, reiniciando las salidas.

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