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¿Es buena idea tomarse un año sabático?

El término año sabático alude al periodo que toman algunos profesionales, normalmente académicos, para tomar distancia de sus trabajos regulares y dedicarse a la investigación y/o publicación. Sin embargo, también se ha adoptado este modismo para referirse a un periodo que va después de la enseñanza media y antes del ingreso a la educación superior o terciaria.

Quienes esta semana rindieron la Prueba de Selección Universitaria (PSU), de los cuales probablemente un grupo no menor sueña con tomarse un año sabático, sobre todos entre aquellos que no saben qué quieren estudiar, los que temen obtener un mal resultado y no poder entrar a la carrera que esperan, o los que ansían poder viajar por el mundo.

Sin embargo, en ese escenario, la psicóloga Carmen Gutiérrez, plantea que la opción de un año sabático en esta etapa de la vida no es lo más recomendable.

“Si pensamos en un joven que ha egresado recientemente del colegio, que está en proceso de construir su proyecto de vida, un año sabático sin orientación, metas o propósitos, no es conveniente. Menos si la razón de ello es porque no pudo concretar sus planes. Los jóvenes necesitan estructura y un propósito. Si no pudo concretar su sueño, prepárese y haga lo que tenga que hacer para poder concretarlo”, señala la especialista.

En ese sentido, si el resultado no es el que se espera, la especialista sugiere, en primer lugar, evaluar las razones de ese resultado y diferenciar aquellas cosas que se pueden modificar y aquellas que no.

“Ese análisis va a definir los escenarios posibles y, con ello, los cursos de acción. Es importante que el proceso de toma de decisión se haga de la manera más informada posible y confirmar que se tienen todos los antecedentes a la mano. En otras palabras, es importante considerar que los resultados de la PSU no son los únicos elementos para decidir una ruta de acción”, plantea.

Al respecto, Gutiérrez recuerda que hoy en día las instituciones de educación superior son muchas y muy variadas, pasando por universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica, donde incluso algunos no piden PSU, por lo que es fundamental informarse.

¿Qué pasa si aún no sabes qué estudiar?

La experta dice que también está el caso de quiénes no tienen claro qué quieren estudiar. Allí un psicólogo o un orientador vocacional pueden ser un muy buen apoyo para tomar la decisión.

“Muchos jóvenes a los 18 o 20 años todavía no tienen la madurez suficiente y se muestran inseguros. Si no logran aclarar su vocación o definir en qué les gustaría desempeñarse a futuro, lo aconsejable es que entren a algún programa de formación general como el bachillerato o planes comunes de estudio que sean de alguna de las áreas de su interés, lo que puede empujarlos a aclarar el panorama”, indica.

Sin embargo dice que también hay que tener claro que estudiar no es la única alternativa.

“Hay casos en los cuales la opción es trabajar o emprender, ya sea de manera definitiva o hasta que se reúnan fondos para hacer otras cosas o resolver una situación personal o familiar coyuntural”, recalca.

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